La semana pasada
convertía un trabajo universitario en un primer artículo sobre el Brexit y sus
posibles efectos en Europa, viendo lo ocurrido en los últimos años en la
relación entre ambas regiones. Ahora, realizo el mismo tipo de artículo pero
centrado en España.
Las relaciones
del Reino Unido con España se han caracterizado por ser fluidas en las últimas
décadas, y de gran importancia para ambos países, aunque con matices. España
es, para Gran Bretaña, su 9º cliente con un 2.9% de sus exportaciones, y por el
lado de las importaciones, el 8º, con un
3% de su total (2015).
Otros
sectores clave en la relación bilateral son el de la Inversión Extranjera
Directa (IED), el de la Vivienda y el del Turismo. La IED en España por parte
del Reino unido fue, en 2015, de 36.670 millones de €, generando/manteniendo
unos 98.000 empleos directos e indirectos. Del lado inverso, la IED española
significa unos 62.000 millones de € y en torno a 75.000 empleos. Son datos,
desde luego, de importancia.
También tiene importancia el sector de la vivienda, los británicos son actualmente la
primera nacionalidad del mundo en compra de vivienda en nuestro país.
Generalmente, esta vivienda es una segunda residencia para vacaciones, o
primera en el caso de los jubilados que se quedan aquí a vivir. Es este
sentido, unos 280.000 británicos viven en nuestro país, la mayoría jubilados, y
con acceso a la sanidad pública; en cambio, unos 200.000 españoles, la mayoría
población activa, residen en las islas.
Por
último, el sector turístico es muy destacado en las relaciones bilaterales
entre ambos países. Como sabemos, el turismo significa en España en torno al
12% de nuestro PIB, la joya de la corona
nuestra economía. En 2015, más de 15 millones de británicos visitaron
nuestro país; en 2016, más de 16 millones. Estas cifras les convierten, de
largo, en el país que más nos visita.
Consecuencias
para España
España
perderá en breve, casi del mismo modo que el resto de Europa, a un gran aliado
a nivel económico. Siguiendo con este planteamiento, está por ver si esta
pérdida se produce a un nivel despreciable, o grande, pues todo dependerá de si
en el futuro, Reino Unido, Europa y España (tanto a nivel nacional como
supranacional) firman algún tipo de acuerdo comercial y como se traduce
jurídicamente el Brexit.
En este contexto, es necesario señalar que si bien España ha tenido históricamente una balanza comercial negativa globalmente hablando (mejorada en los últimos años, no entramos a valorar como), con Reino Unido los saldos suelen ser positivos. Así, en el año 2015, la balanza arrojó un superávit de 5.647 millones de €, por lo que España tiene aquí una oportunidad para no perder un aliado clave en la compensación de nuestra deficitaria balanza comercial.
En este contexto, es necesario señalar que si bien España ha tenido históricamente una balanza comercial negativa globalmente hablando (mejorada en los últimos años, no entramos a valorar como), con Reino Unido los saldos suelen ser positivos. Así, en el año 2015, la balanza arrojó un superávit de 5.647 millones de €, por lo que España tiene aquí una oportunidad para no perder un aliado clave en la compensación de nuestra deficitaria balanza comercial.
Además, debemos tener en cuenta la evolución de la libra esterlina en los últimos años y sobre todo en los últimos meses. La libra está perdiendo peso en los mercados globales desde que se anunciara el Brexit, y esto podría repercutir favorablemente en nuestras posibilidades, desde viajar a las islas a menor precio así como en el menor coste de importar y que el euro ganara más importancia; pero podría hacernos perder competitividad con Reino Unido y mermar nuestras exportaciones, así como en una afluencia menor de ciudadanos británicos para turismo o vivienda, ya que su poder adquisitivo disminuirá.
Por
otro lado, hay que recordar que, si de algún modo, Madrid mantuviera o
potenciara su relación con Londres, los cerca de 98.000 empleos que la IED
británica mantiene en nuestro país no se verían afectados negativamente.
Se debería pensar en las consecuencias también para nuestros expatriados residentes en GB, que podrían tener problemas muy serios para mantener o bien su trabajo, o bien sus permisos de residencia en el país, e incluso ambos. En este aspecto, la Cámara de los Lores trató de aprobar una enmienda para que los extranjeros residentes legalmente no se vieran afectados, si bien el Gobierno de May, sorprendentemente, ya trabaja en que esto no ocurra.
Finalmente, para ir cerrando este análisis, que sin duda se ha querido realizar de una manera más positiva que negativa, querría hablar sobre algunas oportunidades que podrían presentarse en el futuro para nuestro país:
-
Reducir
la dependencia con Europa, en el sentido de mirar, sobre todo comercialmente
hablando, hacia otras regiones con las que deberíamos haber reforzado desde hace
tiempo nuestras relaciones, como son Centroamérica y sobre todo Latinoamérica,
donde el peso de España en la zona es más que cuestionable hoy en día. No
significaría, necesariamente, renunciar al proyecto de integración europeo.
Esto podría darse de forma aún más beneficiosa si se hiciera para reforzar el
comercio de productos de carácter tecnológico elevado y/o de carácter
industrial, como automóviles o productos de innovación. Cierto que para que
esto se diera, en primer lugar, debería cambiar el modelo productivo español e
invertir muchísimo más en I+D+i.
-
Incrementar
nuestra influencia política de Europa: Esto podría darse al mismo tiempo que la
situación de arriba, o incluso usar la primera para conseguir la segunda. Tras
la marcha de Gran Bretaña, España se convertiría en la 4º economía de la UE, y
podríamos aprovechar ese “vacío político” para incrementar de algún modo
nuestro poder de decisión en Europa y tratar de, como mínimo, separarse
levemente de la senda marcada por Bruselas en la política económica, que ha
sido inútil hasta el momento, si bien el cambio de políticas económicas debería
darse en 180º: menos recortes, más inversión pública.
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