El sistema de pensiones austriaco, una revolución.

       Desde hace años es sabido que Austria lleva la delantera en algunas de sus políticas económico-fiscales si la comparamos con España pero desde hace unos meses su famoso modelo austriaco con respecto al área de las pensiones no hace sino resonar con un mayor eco en el panorama político económico español entre los miembros de la administración del actual gobierno bajo la dirección del Partido Popular.

       El modelo austriaco al que hago referencia consiste en la creación de un fondo especial para cada trabajador el cual se nutriría con las aportaciones de las empresas en las que el empleado ha trabajado. Si dicho trabajador cambia de empleo, el fondo acumulado no se perderá.
      Asimismo, si nos encontramos en la situación en la cual el trabajador es despedido antes de su jubilación, la cantidad acumulada hasta ese momento en su hucha servirá para compensar su despido. En el caso de que al final de la vida laboral del trabajador de este fondo es positivo, el dinero acumulado serviría para complementar su pensión.
     Cabe recalcar que el dinero del fondo austriaco procede del salario del propio trabajador (por tanto, cada mes se le resta al trabajador un parte proporcional a su salario la cual ronda en torno al 1,53% del total de su salario). Siendo realistas con la situación social y económica de España, en términos de fiscalidad esto no podría aplicarse en su totalidad al trabajador, por ello, la cantidad monetaria de la aportación mensual debería se estar distribuida entre la empresa y el trabajador.
     A continuación estudiaremos la situación del país austriaco donde se aplica este modelo de pensiones así como los beneficios y costes que tendrá para el mercado de trabajo, el trabajador y la empresa.
       En primer lugar Austria tiene un concepto del Estado de Bienestar el cual se ha ido consolidando a lo largo de los años basándose grandes prestaciones sociales. Asimismo, es uno de los países de la Unión Europea con una de las menores tasas de paro en el viejo continente (5,2% en lo que llevamos de 2017). Tiene un Índice de desarrollo humano muy alto (0,948). La agricultura supone el 2% del PIB y acoge al 5,5% de los trabajadores (indicativo de ser una economía desarrollada) y su sector industrial supone el 31% del PIB y el 27,5% de la mano de obra, y los servicios, por tanto, son el 76% del PIB y gran parte de la fuerza laboral se dedica al sector terciario.
En segundo lugar, el modelo austriaco afecta al mercado de trabajo, el trabajador y la empresa:

MERCADO DE TRABAJO

       El modelo austriaco supondría un aumento de la estabilidad y de la movilidad laboral. Gracias a él se podría atajar el problema en materia fiscal y social de carácter estructural del mercado de trabajo español representado principalmente por la existencia de trabajadores fijos y temporales.
El principal inconveniente del modelo en España proviene de una idea básica: el mercado laboral y la coyuntura económica española es muy diferente de Austria. Una de las grandes diferencias entre ambos mercados es que las empresas austriacas están pagando una indemnización al trabajador de forma continuada durante toda su vida laboral y no sólo en el momento de su despido.

TRABAJADOR

         El principal beneficio del trabajador con este modelo sería la seguridad del mismo a lo largo de su vida laboral al desaparecer principalmente el miedo a perder la indemnización por despido al cambiar de empresa. Como hemos comentado anteriormente, en España la empresa tendría que aportar parte del fondo a la par que el trabajador lo que supone un aumento del gasto salarial.

EMPRESA

     En el modelo austriaco, el gasto de la indemnización en el mismo momento del despido desaparece y los costes se reparten entre las empresas en las que el empleado haya trabajado (si son más de una) por lo que se reduciría la cantidad a soportar por cada entidad empresarial (o en algunos casos aumentaría marginalmente en alguna de ellas). Las empresas podrían despedir con una mayor facilidad debido a la desaparición del coste directo del despido. Asimismo, la empresa debería soportar la carga económica de nutrir dicho fondo junto con el trabajador lo que aumentaría el coste por cada trabajador en un modelo económico donde actualmente se reduce en gastos y se intenta favorecer la flexibilidad del mercado laboral (como es el caso de España).

       Por último, es indudable observar que el modelo propuesto anteriormente es positivo para la economía española pero faltaría concretar sus bases para aplicarlo al mercado español. Las incertidumbres más claras son respecto a las prestaciones sociales actuales y si será posible compatibilizar el subsidio por desempleo actual. Además, estudiando las características de este modelo surge otra duda con respecto al periodo que el trabajador (y en el caso de España, la empresa que también sería partícipe en el modelo) debe estar aportando dinero al fondo para que el mismo le rescate. En el caso austriaco no se puede percibir ningún tipo de cuantía monetaria hasta que no se hayan cumplido por lo menos tres años de aportaciones por parte del trabajador al fondo. Otras posibles cuestiones que hace falta abordar hacen hincapié en el modo de la distribución del fondo y el posible escenario que surge cuando el fondo se ha agotado pero el trabajador no encuentra ningún empleo.

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