La administración del presidente
de los Estados Unidos de América ha dado rienda suelta a la renovación del
espíritu de la guerra comercial. La semana pasada, Trump aprobó los aranceles
sobre importaciones en el acero y el aluminio en una cuantía del 25% y del 10%.
Estos aranceles, englobados dentro de la sección 232 de la ley de comercio,
están justificados en base a motivos de la seguridad nacional estadounidense.
¿Cuál es la clave de esta nueva
política arancelaria? Fácil, la presión. El presidente Trump es un
empresario de éxito, eso nadie lo pone en duda; y como empresario de éxito ha
tenido que manejarse en ciertas situaciones de tensión empresarial donde parte
de su fortuna estaba en juego. Pues bien, Trump ha aplicado esas viejas
experiencias en relación con los aranceles con la vista fija en Canadá y México
“aconsejando” que si se logra acuerdos dentro del marco del tratado de libre
comercio de América del norte tales el TLCAN o el NAFTA; estos dos países
estarían exentos de dichas medidas arancelarias.
Retrato satírico del presidente Trump - Pixabay |
Personalmente opino que Trump tiene varias cartas debajo de la mesa y, gracias a sus pensamientos de macroeconomía y de economía comercial de “suma cero”, si se llega a producir dicha exención, otros países (probablemente la UE) podrían sufrir una subida de sus aranceles. Recordad: “lo que uno gana por lo que uno pierde” siempre ronda la cabeza del actual presidente de EE. UU.
La administración norteamericana
ha recibido todo tipo de críticas como veremos a continuación, pero también
comentarios de apoyo y comentarios basados en la moderación. Este es el caso de
Elon Musk que se posicionó a favor de la nueva política comercial de Trump mientras
que el nuevo presidente de la FED, Powell intenta (infructuosamente) frenar el
nerviosismo en Wall Street tras observar como el Dow Jones llegó a caer un 2%
ante la amenaza de que estallase la guerra comercial de EE. UU y China. Powell
es firme a creer que en la actualidad no se observan signos de recalentamiento
de la economía norteamericana en el horizonte: “La tasa de paro se sitúa en el
4,1 por ciento la cual está dentro, cerca o incluso debajo de las estimaciones
de pleno empleo. No vemos evidencia de una aceleración”.
A pesar de todos los esfuerzos
del sucesor de Yellen, su mensaje alivió temporalmente a la bolsa americana. La
semana pasada ya observamos cómo, tras la aprobación de los aranceles, en el
mercado de divisas el euro se apreció frente al dólar volviendo a situarse en
los 1,22 dólares por euro.
A pesar de todo, la Casa Blanca
considera que tanto la industria del acero como la del aluminio son cruciales
para el sector de defensa de la nación. Los gravámenes arancelarios no solo
buscan la protección de la industria militar, sino que también cuentan con un
gran componente de seguridad económica donde incluiríamos las industrias de la
electricidad, el acero y el aluminio. Todo esto teniendo en cuenta que la
economía norteamericana mantiene un nivel sostenido de crecimiento pese a que
el crecimiento del PIB se estanque en el 2,5%.
EL ENEMIGO DENTRO DE LA
CASA BLANCA
A pesar del establecimiento de
estos aranceles sobre las importaciones anteriormente mencionadas cabe destacar
las discrepancias vividas dentro del Partido Republicano frente a estas medidas
llevadas a cabo por Trump. A pesar de la toma de decisión
por parte del presidente, los consejeros del este siguen a día de hoy
debatiendo acerca de los diversos escenarios posibles y la lista de países
afectados por esta nueva política comercial.
Entre quienes se oponen a estas
nuevas medidas proteccionistas se encuentran el secretario de Defensa James
Mattis, el director económico Gary Cohn e incluso dentro del mismo Partido
Republicano como el senador republicano de Missouri, Roy Blunt el cual se
mostraba tajante con respecto a la falta de recursos disponibles en Estados
Unidos y las importaciones que mantiene a día de hoy con el acero y el
aluminio.
En la oposición se refuerza la
idea de que la subida de aranceles podría encarecer los precios para los
sectores manufactureros, sector que genera muchos más empleos que los del acero
y el aluminio, e incrementando los precios para el consumidor final con la
consiguiente subida de la inflación.
El presidente también recibe
apoyos y presiones en su decisión arancelaria. Este es el caso de la Alianza
para las Manufacturas Americanas, una de las patronales del acero, la cual
engloba a U.S. Steel o Arcelor Mittal. Esta patronal ha estado difundiendo desde
hace días un anuncio de
televisión presionando al mandatario para que cumpla con su
promesa de proteger la industria estadounidense.
PRIMERAS REACCIONES
CHINA
El gigante asiático recordó a
Estados Unidos que una decisión económica de este tipo tendrá consecuencias.
Tras las advertencias de Wang Hejun, director del departamento de investigación
comercial del Ministerio de Comercio de China; Edward Alden, experto del
Council on Foreign Relations resaltó que el problema de sobrecapacidad en las
industrias del acero y el aluminio está causado principalmente por los subsidios
chinos a sus productores.
En 2016, China ocupó el 49% de la
capacidad mundial de producción de acero, según la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en comparación con el 15% en
2000.
Frente al establecimiento de
estos aranceles, once países (Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia,
México, Japón, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam) han firmado en
Santiago de Chile la versión definitiva del Tratado Transpacífico (TPP) que
liberalizará los intercambios comerciales entre ellos y del que finalmente ha
quedado excluido EE UU.
China, el mayor exportador del
mundo, no forma parte de este grupo, aunque invitó al resto de países a
explorar la posibilidad de integrarse en la Asociación Económica Regional
Integral (RCEP), de la que forman parte China, Japón, Corea del Sur, Austria,
Nueva Zelanda e India.
UE
Al otro lado del Atlántico, Jyrki
Katainen, vicepresidente de la Comisión Europea para el Empleo, el Crecimiento
y la Inversión, mostró su confianza en que todavía puedan evitarse los efectos
negativos que causarían los aranceles propuestos a las importaciones de acero y
aluminio. Frente a las opiniones de la Comisión, el presidente del Banco
Central Europeo, Mario Draghi, ha sido claro y tajante respecto al riesgo de una posible guerra
comercial entre Estados Unidos y Europa:
“Cuando alguien impone aranceles
a sus aliados, uno se pregunta quiénes son sus enemigos” “Las disputas se deben
resolver en mecanismos multilaterales”
Draghi destacó que el impacto directo de estas medidas no
será muy grande, pero que se trata de un asunto relevante porque puede dar
lugar a represalias y generar desconfianza. A pesar de esta nueva situación en
el plano económico internacional, el BCE decidió mantener los tipos de interés.
NUEVAS OPORTUNIDADES
CON LATINOAMERICA
En este nuevo contexto
arancelario de luces y sombras, quedan oportunidades que deben de ser
aprovechadas. Este es el caso de la relación entre Europa y Latinoamérica en
los sectores de infraestructuras, digitalización y la energía renovable. Ambas
regiones siguen apostando por el libre comercio y la integración económica ante
un escenario de guerras comerciales.
Carlos Malamud, investigador del
Real Instituto Elcano, señaló la semana pasada que Europa haría bien en actuar
con Latinoamérica en función de sus propios intereses. Asimismo, la Unión
Europea está abierta a la colaboración con China y Estados Unidos.
Cabe resaltar que Trump ha olvidado principalmente que
la gestión de una economía difiere de sus estrategias empresariales que ha realizado a lo largo de
su vida. En comercio internacional, el juego de suma cero está claramente
situado en los siglos pasados. En la actualidad predomina el juego de suma
positiva donde todos los participantes se benefician. La naturaleza del
comercio internacional moderno depende de intercambios de materias primas,
componentes y productos intermedios fruto de las relaciones intraindustriales. Las
medidas proteccionistas impiden que esas relaciones funcionen, mermando la producción
en todos los países.
Asimismo, un país como Estados
Unidos obtiene beneficio de su déficit porque financia su actividad económica
con la llegada de fondos desde el exterior. La administración Trump parece
olvidar las próximas necesidades de financiación que va a tener su
administración, consecuencia de su recorte de impuestos en sus políticas
nacionales.
Por último, conviene recordar que
las medidas estadounidenses pasadas en materia proteccionista mermaron la
economía de Estados Unidos. Este fue el caso de la administración Bush hijo
donde sus medidas proteccionistas en el sector del acero supusieron la pérdida
neta de unos 200.000 puestos de trabajo en las industrias estadounidenses.
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