Caminante, no hay camino...

+Sé que ha sido difícil que vinieras hasta aquí pero gracias por acudir.
- No gracias a ti, Álvaro por la oportunidad que me das de contar mi historia.
+ Perfecto, empieza cuando quieras. Por cierto, ¿podrías decirnos tu nombre?
- Mi nombre no importa demasiado. Nací hace mucho hace mucho tiempo en un país  que comenzaba a ser próspero,
que tenía una oportunidad de gran futuro por delante. De todos modos las cosas no eran tan fáciles, había muchos pobres pero la esperanza de un futuro mejor en una democracia joven nos mantenía vivos. Además había continuas peleas pero en el fondo yo creía que no era importante, porque creo que debíamos avanzar juntos como país.
Al poco tiempo cambió todo: las discusiones y las disputas eran cada vez más continuas y acababa habiendo asesinatos, hasta que un día nos vimos involucrados en una guerra que poco tenía que ver con el futuro y el progreso. Al principio, mis padres me tranquilizaban diciendo que no duraría, que quizá alguien ayudaría al Gobierno del país a recuperar el control y la paz, pero...
+Tranquilo, recordar es muy duro, ve a tu ritmo. 
Un pequeño reto: Trata de adivinar cual es la Europa de hace 80 años,
y la de hoy.
- Lo siento. ¿Por dónde iba? Si, ya. Pero nuestra familia se dio cuenta de que era imposible, que todos se matarían unos a otros, y tuvimos que huir. Nuestra ciudad estaba bastante protegida, pero los bombardeos eran constantes... recogimos lo poco que nos quedaba y fuimos a la zona costera, pues allí las cosas parecían mas tranquilas. Era cierto, pero apenas duró unos meses. Y antes de darnos cuenta, andábamos de nuevo en busca de paz, comida y techo, en el fondo no deseábamos más. Y así, con la cartera casi vacía, cruzamos la frontera a un país que no era el nuestro, pero al menos estaba en paz. Vimos entonces el fin de la guerra desde la distancia, con la mirada de quien se sabe arrancado de su hogar, pero con el deseo más grande de volver algún día. 
+ ¿Qué ocurrió después?
- Bueno, al poco de pasar la frontera, mi padre falleció por una herida de un bombardeo de varios meses atrás, y mi madre tuvo la suerte de encontrar un pequeño trabajo que nos dio la oportunidad de tener de nuevo un techo. No fue fácil empezar de cero. Pero ella me sacó adelante. Muchos se quedaron en el camino y otros no pudieron ni empezarlo, y desde fuera nadie nos ayudó, y eso que en Europa, muchos países decían estar contra la guerra. Estuvimos solos.
Por cierto, me llamo Gonzalo, y mi madre era Rosa, por ella hablo hoy. O Rashid, y mi madre Kimara. No importa ya lo sabes. El refugiado, el emigrante, no entiende de identidad.

Comentarios

  1. Creo entender, corrígeme si no es así, que es una falsa entrevista autobiográfica. De ser así podríamos criticar la técnica, de no ser así podríamos pedir mayor extensión.
    Sea como sea me agrada el artículo, la imagen me parece oportuna, impactante y nítida. Entiendo el recurso del + y el -; pero quizás no es apropiado, al menos por ese orden.

    He leído todos tus artículos hasta aquí, sólo me gustaría pedirte más porque creo que puedes darlo. Aprecio la simbología ambigua, pero ante todo la invitación a la reflexión. Gracias de nuevo.

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    Respuestas
    1. Lo primero, gracias por leernos.
      Por lo demás, también gracias por expresar tu opinión. Sí, es una falsa entrevista autobiográfica, y me gustaría escuchar cualquier crítica a la técnica. Siempre se puede mejorar. Por otro lado, intento que los artículos no sean demasiado largos, para que el lector llegue hasta el final, e imagino que sabrás que es difícil conjugar todo esto.
      Para terminar, espero que sigas leyéndonos, seguiremos en ello.

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