Conociendo el sistema de pensiones III: Conclusiones y propuestas.

Iniciaba hace unos días una serie de artículos con el que todos pudiéramos conocer un poco mejor nuestro sistema de pensiones, en concreto, las de jubilación. Ahora, por último, daré los últimos datos importantes, con los que obtener una conclusión y una pequeña propuesta de mejora para el sistema.
Como decía en el primer artículo, las pensiones significan, actualmente en nuestro país, una cifra alrededor de 131.000 mill. de euros, lo que en comparación con nuestro Producto Interior Bruto (PIB) significa casi un 11% del total. Este dato nos sitúa entre los primeros de Europa en este gasto.

La financiación de las pensiones
Gráfico obtenido de www..elcaptor.com con datos del INE.
Nuestro sistema de pensiones se basa en un sistema de "solidaridad intergeneracional y de reparto", en la que los trabajadores del presente financian las pensiones actuales, mediante sus aportaciones con las cotizaciones sociales, lo que se incluye en las nóminas. 
Con un mayor salario, mayor es la cotización (aunque a partir de un salario mayor de 2.600€ todos aportan igual), lo que se traduce en una menor necesidad en la cantidad de cotizantes si los salarios son altos. 

Gráfico obtenido de El País con datos del Ministerio de Empleo
y Seguridad Social.

Esto no ocurre en la actualidad, donde desde hace varios años, y con las últimas reformas laborales, los salarios reales se han reducido en nuestro país considerablemente, lo que unido a los nuevos contratos, más precarios y temporales, ha hundido los ingresos de la Seguridad Social, lo que ha obligado al actual Gobierno a retirar cada año parte del Fondo de Reserva, también conocido como Hucha de las Pensiones, para compensar esta pérdida de ingresos.

Sigamos. El siguiente dato que debemos conocer es la proporción cotizantes vs pensionistas. Para cada país, según sus características, se determina un "número mágico" en el que el sistema se vuelve sostenible en el medio plazo, y para España esa proporción es 2. Por eso, lo que vemos en el gráfico no es precisamente bueno. La proporción actual es inferior a 2 y si lo enlazamos con la desproporción en el crecimiento de empleo-crecimiento de ingresos en la S.S., la mezcla es realmente mala.

Gráfica obtenida de El Economista con datos hasta julio de 2015. Incluye las cotizaciones de los parados con prestación, que son pagadas por el Estado. Sino lo incluyéramos, la proporción actual estaría en 1.8 cotizantes por pensionista.


Y por último, la evolución demográfica, el factor que sin duda dará mayores problemas a nuestro sistema. Siendo breve, quienes nacieron en el "Baby-boom" de los años 60, están muy cerca de jubilarse. Como vivirán más aún que en la actualidad (tenemos la 2ª mayor esperanza de vida del mundo), y serán también más en número, estamos yendo hacia un país que en 2050 tendrá a un 50% de su población cobrando una pensión. Y eso hace inviable cualquier modelo.

Conclusión, propuestas: ¿Qué podemos hacer?
Tenemos un país ya bastante envejecido que actualmente solo puede ir a peor, con un mercado laboral de salarios cada vez más bajos y empleos más precarios. Creo que este es buen resumen de la situación.
Es realmente complicado dar una solución mágica a todo esto, y más si, como soy yo, no se es un experto en la materia. No obstante, a día de hoy me atrevería a proponer ciertas medidas que pienso deberían ser aplicadas lo antes posible, aunque estoy seguro de que no deberían ser las únicas medidas a aplicar:
- Cambio en el modelo productivo del país. Un país dedicado únicamente al turismo y a la construcción no está destinado a tener salarios elevados y con empleos estables. Si evolucionamos a un modelo más verde, con más I+D+i y con salarios más elevados, estaremos haciendo mucho para mantener el sistema y por supuesto para mejorarlo. 
- Reforma inmediata en el sistema de aportaciones. Es inadmisible que quien cobra, por ejemplo, 10.000€/mes, aporte lo mismo que quien gana 2.600€. Es obvio que deben subir las cotizaciones progresivamente según el salario. Un ejemplo similar sería la estructura de IRPF, aunque sin deducciones y/o reducciones, claro.
- Reducción/Reforma de la pensión máxima. Actualmente la pensión máxima se establece en 2567€, como expliqué en el primer artículo. Esto, en mi opinión se basaría en que la pensión máxima fuera igual a 3 Salarios Mínimos Interprofesionales, esto sería, en torno a 1.800€. No obstante, si elevásemos, como deberíamos hacer, el SMI, esta reducción no se llevaría a cabo, como yo deseo.
- Introducción de un impuesto para la financiación directa de las pensiones. Pienso que lo mejor sería que este impuesto fuera de carácter directo y personal, para que no todos lo pagasen y pagase un poco más, quien más capacidad de pago tiene.
- Mayores subidas de las pensiones mínimas que del resto. Simple, que la proporción de subida de las pensiones más bajas sea superior a la de las más altas. Ejemplo: subida del 0.25% para la pensiones normales (última subida) y subida del 0.15 para las que superen los 2 SMI.

Para finalizar, comentaré sobre la elevación de la edad de jubilación y la promoción de planes de pensiones privados. Lo primero, estoy de acuerdo, 67 es una edad asumible para una buena parte de empleos, ya que cada vez vivimos más y con mejor calidad de vida. Sobre los planes personales, no me gustaría que el Estado invitara a los ciudadanos a abrirse estos planes. Estoy convencido de que es el Estado quien ha de pagar la totalidad de las pensiones, aunque debe dar la libertad para que quien quiera disponga de él.

Hasta aquí estos artículos sobre las pensiones. Sé que han sido algo largos y densos, pero estoy seguro de que habrán podido ayudar a resolver muchas dudas. En breve, más y mejores temas, espero.

Comentarios

  1. Me gustaría antes de nada agradecerte el esfuerzo que se aprecia en tus escritos.

    Pasando al tema de las pensiones, yo no puedo ser breve:
    - En primer lugar, la frase ''que actualmente sólo puede ir a peor'' me despierta una opinión contraria. Creo que puede ir tanto a mejor como a peor y las predicciones avalan ambas visiones. Critico esto porque en múltiples discursos observo una cierta tendencia al dramatismo o directamente al pesimismo, que al final se traduce en una imperiosa necesidad de reformar urgentemente lo que sea de lo que se está hablando. Y en estos asuntos, la urgencia y los sentimientos no ayudan a cristalizar en medidas adecuadas.
    - En segundo lugar, la cuantía de las pensiones. Si son bajas y somos de los países que más gastamos en su partida a nivel global, algo falla. Si una de las conclusiones añadidas es que el modelo es insostenible, conviene cambiarlo. Pero si es insostenible es porque se gasta más de lo que se ingresa. Y la solución pues no parece ser ingresar más, vía incrementar el pago de los más ricos, y gastar más en pensiones reducidas (si bien convendría calcular el efecto de una reducción de las pensiones más elevadas como método compensatorio). Y digo que no parece ser la solución porque a los más favorecidos se les lanza el siguiente mensaje: Vosotros que, de ninguna manera, podréis mantener vuestro nivel de vida con las pensiones públicas y que debéis gestionar vuestros ahorros durante toda la vida de otra manera (y sobre los planes de pensiones privados cabe decir de todo menos garantías de rendimiento), tenéis que pagar más y recibir menos. Los incentivos son claros: si puedes vete del país, procura reducir tu base de cotización, cobra más en negro, crea sociedades pantalla...etc. Y en realidad parte de razón puede llevar porque el sistema de pensiones cubre a unos más que a otros. Y aquí los menos cubiertos no está claro dónde están.

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    1. Si la percepción es que ''unos viven a costa de otros'' no vamos a garantizar ninguna cohesión social o valor máximo. Y en este sentido las críticas pueden ser múltiples. Llevado al extremo, ya que los ricos no pueden vivir de su pensión pública y dado que se ven abocados a buscar otras alternativas...erradiquemos su partida de pensión pública, al fin y al cabo ellos tienen riqueza suficiente que convertir en liquidez para poder sobrevivir ¿no?. Eso solucionaría todos los problemas a corto plazo, pero el compromiso por pagar impuestos cuando no se van a recibir prestaciones y la cohesión social se perderían al instante.
      - Solución: hacer sostenible el sistema, mejorar la educación financiera e incrementar la cohesión social.
      Ingresos. Incrementar el número de cotizantes y los salarios. Esto se obtiene en función del ciclo en el mercado laboral. La inflación salarial depende del número de parados y de la posición de negociación de los agentes implicados. Sin trabajo no hay cotizantes ni subidas de salarios que no incrementen el paro. Incrementar la presión fiscal para destinar lo recaudado a partidas con cuentas propias en los presupuestos no suele ser aconsejable pues es un mero truco contable. Fomentar la inmigración y la natalidad para intentar reducir el problema demográfico.
      Gastos. Reducir las prestaciones sin reducir la cohesión social, pues repercutiría en menores ingresos. Aquí es relevante la educación financiera y plantearnos si no es preferible rotar hacia un modelo de capitalización dado que el actual de reparto lo consideramos insuficiente. Aclaro que el modelo de capitalización podría beneficiar a la industria financiera a través de nuevos clientes o gestionarse desde instancias públicas. No hay garantía de rendimientos, como tampoco la hay cuando el fondo de reserva invierte en deuda pública o el sistema de pensiones es el actual. Querer garantizar algo que depende de variables meramente influenciables pero incontrolables suena algo utópico.

      No todo es consecuencia de la realidad económica. La realidad demográfica se puede imponer y siguiendo la lógica de la sostenibilidad del sistema, parece que no será posible garantizarlo ni con una tasa de paro del 5% salvo que los salarios suban a tasas del 10% anual o la población joven se incremente en varios millones de aquí a 2030-2040.
      A veces la realidad no es agradable y tampoco se puede cambiar, creer que somos todopoderosos sólo es un fastuoso alarde infantil de grandeza que conduce a la claudicación en un desdichado y pronosticado final. Conviene pues reflexionar si en lugar de garantizar más no debemos procurar desear o necesitar menos.

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