República por convicción, no por imposición.

"El recuento de votos del referéndum fue seguido por todo el país hasta bien entrada la noche del domingo. Cuando los resultados parecían definitivos la gente salió a la calle a celebrar que España volvía a ser republicana".
Este podría ser el inicio de cualquier crónica política a la mañana siguiente de la celebración de un referéndum en España que nos hiciera decidir entre monarquía y república. Lástima, hoy en día no podrá ser. Desde siempre escuché que el mejor sistema conocido para el progreso era el de la democracia, pero por desgracia, en nuestro país, no siempre ha sido así. Sin embargo, deberíamos sentirnos orgullosos porque nuestra primera experiencia democrática con gran apoyo popular llegó de la mano de la República de 1931, hace ya demasiados años. Después, nos llevaron a una horrible guerra civil sin sentido, y tras la dictadura franquista, se impuso al nuevo régimen constitucional de 1978 un sistema monárquico, que solo pasó el filtro del referéndum al ser incluida en la Constitución del 78. Es necesario saber de dónde venimos, para corregirnos y progresar.


Uno de los errores de los republicanos del pasado fue pensar que la República debía ser solo de ellos, y que además, debía ser solo de izquierdas. No podía salir bien. Si había comicios y resultaba ganadora la derecha, había que seguir adelante, y no pensar únicamente en exterminar al rival político. Por su parte, la derecha no podía pensar solo en derribar el nuevo régimen cuando la anterior monarquía se había agotado. Y hoy hemos vuelto a ese punto, al de una monarquía cansada y obsoleta en estos tiempos modernos donde la gente exige transparencia, honradez y democracia.

España sufre muchísimos problemas, y un régimen republicano no será nunca una solución mágica, pero sí un inicio esperanzador como en el 31. Pensad en que sano sería elegir al Jefe del Estado, en que no se perpetúe una sola dinastía en el poder a la que además se mantiene económicamente, sin mencionar los incrementos más que sospechosos de su fortuna. Donde ese símbolo sirva para cambiar hacia un país mejor. ¿Qué habría de malo en que Felipe de Borbón fuera candidato a Presidente y no que en su mano esté ser rey hasta su muerte? La postura monárquica es indefendible hoy en día, si es que alguna vez lo fue.

Una Tercera República en España habría de ser, en origen, moderada, pero con la vocación de dar la vuelta a nuestro país mientras todos la llevamos de la mano, con una Constitución que se cumpla de verdad y donde el apoyo popular sea la base del cambio integral de nuestra sociedad. Que los de izquierdas, los de derechas, los de centro... que quien sea, miren a España y digan: "ahora somos una democracia de verdad". Y respondamos orgullosamente con una sonrisa que les diga...

SALUD, Y REPÚBLICA. 

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