Los "Ayuntamientos del Cambio", a examen económico.

El 24 de mayo de 2016 será posiblemente recordado como el día en el que en España dijimos adiós por mucho tiempo a las mayorías absolutas en nuestras ciudades, y en el que por primera vez, desde hacía mucho tiempo, la mayoría de votantes acudieron a los colegios electorales llevados por una ilusión muy palpable.
Pero más allá de lo político y como consecuencia posterior al 15M, ¿han sabido gestionar los denominados Ayuntamientos del Cambio los impuestos de los ciudadanos y realizar cambios reales en su primer año de mandato? Eso analizaré en las próximas líneas: la gestión económica de las principales ciudades: Madrid, Barcelona y Valencia. Nuevos gobiernos obligados al diálogo y al pacto.

El gráfico ayuda a entender una de las principales variables que influyen en la política municipal: la deuda. Y su comparación entre las 3 principales de nuestro país.


MADRID
Manuela Carmena llegó sin hacer demasiado ruido y con un talante poco agresivo y conciliador. Se encontró una deuda de 5.637 millones de euros, que veía descendiendo ya con el Gobierno de Ana Botella, y en su primer año al frente de Madrid, la deuda ha sido reducida en 100 millones (-0’6%),  y en los Presupuestos para 2016 (4.487milones), aprobados el pasado diciembre, se aprobaba que el gasto social pasaría del 24% al 26%, mientras que la deuda se reducirá del 27% del total al 14%. Esto último ha supuesto un giro radical a lo visto en los últimos años en la capital de España, que tratará de reducir su deuda al ritmo debido pero tratando de obtener mayores réditos de las inversiones en los distritos (aumentos del 60% en media), con obras planeadas para toda la legislatura. Además, se han comenzado a auditar las cuentas de los últimos años, así como los contratos firmados en Limpieza, Transporte público y otros sectores importantes del consistorio, con el objetivo de saber si sería posible remunicipalizar algunos servicios. Además, el Gobierno de Madrid quiere impulsar la vivienda social, de carácter mínimo gracias a la venta de vivienda protegida a fondos buitre, y ciertas reformas impositivas como un IBI de carácter progresivo (y descenso del tipo) y no proporcional como hasta ahora. También se han creado los primeros presupuestos participativos de la historia de la ciudad, donde los ciudadanos de cada distrito podrán decidir sobre una parte de los presupuestos.
En resumen, lo económico se ha gestionado desde la inexperiencia obviamente, pero con voluntad y hechos de que es posible hacer girar las prioridades sociales sin olvidar los compromisos de deuda.

Desde la Carmena más "pop" a la Colau más activista, los movimientos sociales han conseguido llegar a las capitales más importantes de España, dentro de los nuevos aires de regeneració y cambio político iniciado con el 15M.

BARCELONA
Surgida desde la Plataforma Anti Desahucios, Ada Colau ganaba las elecciones en Barcelona dentro de un Ayuntamiento fraccionado y muy difícil de gobernar, ya que son necesarios los acuerdos entre al menos 4 fuerzas políticas para tomar medidas. Su Presupuesto para 2016 ha sido aprobado hace muy poco, lo que dio la necesidad de prorrogar temporalmente los anteriores, lo cual nunca es agradable. Finalmente, la ciudad condal aprobaba unos Presupuestos de 2.450 millones que arrojarían un superávit de 80 millones, según estimaciones del Ayuntamiento.
Colau llegaba con las promesas principales de revitalizar la agenda social con la mente puesta en los desahucios y la mejora de la periferia, y alejarse del modelo turístico basado en el lujo y en los happy hour. Así, en su primer año se han detenido 600 desahucios, y para 2016 se destinarán 150 millones del nuevo presupuesto al Plan de barrios. Además, se han duplicado las becas comedor e impulsado 2.000 viviendas públicas. Pero no todo es color de rosa, y al llegar al Gobierno, se han dado cuenta de la lentitud de los procesos administrativos, de que no todo es “tan fácil”; de que con voluntad si se puede, pero hay que tener paciencia. Y la mejor prueba de ello son las huelgas de metro durante el MWC, y las duras críticas vertidas desde la PAH.
Así, en este primer año se han puesto las bases para impulsar la economía social en la ciudad, hacer crecer la vivienda y el gasto social, pero también se ha caído en la cuenta de los grandes cambios pueden llevar tiempo, y hay que tener paciencia.


VALENCIA
Joan Ribó arrebataba el bastón de mando al PP tras más de 2 décadas de Gobierno de Rita Barberá con apoyo de PSOE y Valencia en Comú. Sus Presupuestos, aprobados en noviembre de 2015, incluyen un aumento de unos 25 millones de euros, hasta los 754 millones, habiendo una deuda de 736 millones a la llegada de Compromís. Ahora, la deuda es inferior a los 720 millones.
Joan Ribó ha luchado desde hace muchos años contra el PP de Valencia
desde su partido, Compromís.
En la gestión concreta, el nivel de inversión crecerá en 29 millones (un 60% más), se contratará nuevo personal con un gasto extra de 2 millones (1% más) y se destinarán 7 millones del presupuesto para que sean usados igual que en Madrid, de forma participativa en los barrios. Además, se seguirá en la senda de la reducción de la deuda, aunque en el caso valenciano, no es tan agobiante como la madrileña, aunque se acerca al 100% del presupuesto anual de la ciudad.
Los cambios en la ciudad también se han basado en comenzar a auditar la deuda, las cuentas y contratos anteriores, de los que ya han surgido diversas consecuencias judiciales contra el gobierno anterior. Es por tanto, el caso valenciano, en el que se ha gestionado mejor la transparencia.


Las conclusiones como vemos son, en general, positivas pero mejorables, ya que la inexperiencia, los errores, junto con la no posesión de las herramientas más eficaces para actuar en Vivienda o Paro y otras variables actúan en contra. La ilusión generada ha provocado grandes expectativas en estos nuevos Gobiernos, así como en el resto (Cádiz, A Coruña, Santiago…) para reducir desahucios, paro, deuda, corrupción y aumentar el gasto social. Y esto tiene sus riesgos, pero la ciudadanía de nuevo está a la altura, y sabe esperar porque sabe que por primera vez en mucho tiempo, el municipalismo como palanca de cambio y mejora, tiene voluntad real para actuar.

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