Renta Básica: el principio.


El pasado 20 de febrero se debatió sobre Renta Básica en Madrid. No ha sido ni mucho menos el primer acto para tratar este tema en auge ni será el último. Y para ello, se contó con la participación de dos expertos en la materia: los profesores Luis Ayala (URJC) y Jose Antonio Noguera (UAB), en el centro Caixafórum de la capital.

Pero antes de meternos en argumentos y preguntas que debemos realizarnos, ¿sabemos qué es una Renta Básica (RB)? Bueno, las encuestas realizadas a cabo por Eurostat y otras agencias en Europa, revelan que la mayoría de la población, más de un 60%, no entiende este concepto. Bien, simplifiquemos. En términos generales entenderemos por RB, aquella que un gobierno nacional daría, de forma incondicional a todos los ciudadanos de su país por el mero hecho de serlo con el fin de ayudar a eliminar la pobreza de la población. Este es el punto de partida, si bien después numerosos economistas pueden abogar porque la RB sea más restrictiva o selectiva como, por ejemplo, solamente para las personas que más lo necesiten. Debemos también partir de la base de que ningún país del mundo ha instaurado esta política económica, sino que solamente disponemos de pequeñas experiencias piloto como en Alaska, Finlandia o más cerca de casa, en Barcelona, pero sin conclusiones que nos permitan decir “esto funciona” o “jamás debemos volver a aplicar esta política”.


Una vez aclarado el concepto clave y lo que le rodea, pasemos a lo que ambos profesores dijeron. Sin duda los dos se mostraron favorables a la introducción de rentas mínimas para la población, pero, mencionaron las numerosas dudas al respecto, así como en recordar todas las fases previas que como sociedad deberíamos superar para poder llegar a la implantación de la RB. ¿Estaríamos dispuestos a pagar la cantidad de impuestos que fuera necesaria? ¿Nos parecería justo que, como país, cualquier ciudadano tuviera asegurado un nivel mínimo de renta que cubriera el umbral de pobreza?
La viabilidad social es sin duda una de las más importantes, pero hay más preguntas que nos suscita el posible camino hacia una RB… ¿Si introducimos esta ayuda, mejoraríamos el Estado de Bienestar existente? ¿Qué margen de actuación le quedaría al gobierno ante una crisis a la hora de intervenir en problemas de desempleo y falta de consumo? ¿Pensamos que, de verdad, un sistema de RB facilitaría la burocracia necesaria para su petición? Por supuesto que habría que hacerse muchísimas cuestiones más, pero pienso que estas son las principales.


Ambos profesores hablaron acerca de los argumentos que se suelen mencionar a favor de la RB. Y fundamentalmente son 3: primero, como respuesta al futuro desempleo creado por la implantación de mejores tecnologías; segundo, como instrumento poderoso contra la pobreza y, tercero y último, como alternativa eficaz y eficiente al actual sistema de subsidios actuales (que estigmatiza a quien pide la prestación) en unos Estados que han perdido gran capacidad redistributiva.

Gasto de pensiones contributivas previsto en abril de 2017. Si añadimos
el resto de pensiones, el gasto subiría en 70.000 millones más.
Esto nos permite establecer comparaciones acerca del gasto público
en prestaciones. Fuente: El país.

Sin embargo, y como en toda política económica planteada, existen argumentos contrarios de peso. En primer lugar, economistas de la talla de Keynes anticiparon en su época que la inclusión de nuevas tecnologías en los procesos productivos provocaría mayores niveles de desempleo entre los trabajadores, ya que las máquinas serían siempre más eficientes. En la práctica, y hasta el día de hoy, los países más mecanizados son los que mejores tasas de paro tienen. Y no hace falta irse lejos, pensemos en nuestro propio país.
El segundo argumento contrario iría referido a la pobreza y el resto de prestaciones: ¿conseguiría reducirla? Dependería de como la midamos, absoluta o relativa. Si por ejemplo tuviéramos 3 personas con diferentes rentas iniciales: 1, 6, 12, al introducir una renta básica para todos, las diferencias restando las rentas serían las mismas pero las proporciones bajarían. El ejemplo es válido con cualquier cifra.
El tercer argumento que se utiliza en contra es el de los free-riders, que para quien no conozca este término es, explicado de forma simple, el conjunto de personas que de algún modo cometen fraude: cobrando una ayuda que no necesitan, por ejemplo. Y es un problema que, llegado el momento, el Gobierno deberá resolver con los métodos más adecuados, como nuevas vías de investigación del fraude. Aunque no olvidemos que una RB sería, en cualquier caso, para todo cualquier ciudadano sin importar su renta o posición.


 ¿Y qué haríamos con el resto de ayudas, principalmente las pensiones? Seguramente tendríamos que eliminar sustituir muchas de esas ayudas, y trazar un plan de transición para las pensiones de nuestros mayores, pero con grandes costes igualmente, lo que en ningún concepto se debe despreciar. Y quedan los dos grandes problemas: ¿Reduciría una RB la motivación a trabajar? Y, ¿cómo pagar todo este nuevo sistema de prestaciones?

Estas dos cuestiones centran la mayoría de las veces el debate de la RB. Pero en muchas ocasiones, el argumento liberal de la vaguería o desmotivación a trabajar se viene abajo rápidamente…ninguna persona quiere estar en casa “tirado” mientras vive en el umbral de la pobreza (cifrado en España actualmente en torno a los 700€/mes.), aunque sí subiría el poder negociador de los trabajadores, que verían incrementados sus salarios. Más complejo es el problema de la financiación. Obviamente habría que subir impuestos, y, claramente, conseguir que nuestras instituciones estuvieran libres de corrupción, que cada año cuestan a nuestras arcas en torno a 60.000 millones de euros. Pero la financiación implica un coste de la política. ¿Cuánto dinero necesitaríamos? Economistas de corte progresista, como el propio Ayala, habla de un coste cercano a los 190.000 millones (España actualmente gasta 350.000 millones aproximadamente cada año), con un impuesto de al menos el 49% sobre las rentas; mientras BBVA y otras entidades similares indican que sería necesario aumentar al menos 15 puntos la presión fiscal (impuestos recaudados en % del PIB), que actualmente está 5 puntos por debajo de la media europea.

Presión fiscal en la zona Euro. España recauda
mucho menos en todos aspectos.
Fuente: El país.


Para ir cerrando, no debemos menospreciar el factor político: sin voluntad política estos cambios nunca se llevarán a cabo. En España, el actual partido de Gobierno, el PP, evita cualquier debate de este tema, no le interesa ni desea llevarlo a cabo. Su principal aliado, Ciudadanos, prometió, de llegar al gobierno, la introducción de ciertos complementos salariales que seguramente, en el medio plazo, provocarían que la cantidad de dinero que las empresas gastarían en sueldos se redujera considerablemente, para dejar en manos del Estado el resto del salario. Sin embargo, el PSOE y la izquierda del tablero político (Podemos-UP) tienen alguna coincidencia acerca de comenzar a introducir cambios y nuevas rentas mínimas a nivel nacional y es este camino el que debería empezar a recorrerse, pero, con el problema de las competencias de las CCAA y la falta de acuerdo para formar gobierno. Sin embargo, el PSOE no estaría, al menos actualmente, a favor de llegar a la RB en el largo plazo, y ya en 2004 abandonó su promesa electoral de introducir este tipo de rentas, lo que deja a Podemos como único defensor, a largo plazo, de la RB en España.


Como conclusión, debemos tener en cuenta como bien dijeron nuestros dos profesores, que hasta llegar a la RB, debemos ir dando pasos como sociedad, haciendo ver que puede ser sostenible y útil, como instrumento de política económica que reduzca la pobreza, de mayor seguridad a la ciudadanía y aumente la libertad de los individuos en su búsqueda del ideal de la persona, como el profesor Noguera mencionó. Pero para conseguirlo, deberemos ser conscientes de que el nivel de impuestos también deberá ser mayores. El camino a recorre es muy largo aún, pero sin duda parece que el futuro de los Estados del Bienestar pasará por la introducción de esta medida o, por el contrario, de un mayor liberalismo y desintervención estatal. Un dilema que, desde luego, deberá resolver la ciudadanía con su opinión, y sus votos.  Seguiré avanzando en esta cuestión a lo largo mi Trabajo de Final de Carrera, así que, si te interesa, ya sabes…

¡Nos vemos en el próximo articulo!

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